Se trata, aclara, de un tipo de vasijas con amplia presencia en el norte de Yucatán, pero cuya mayoría registrada procede de colecciones privadas como producto del saqueo y el comercio ilícito, sin que se conozca el contexto cultural arqueológico de procedencia, de ahí la relevancia de esta pieza recuperada.
Las vasijas Chocholá, explica, se caracterizan por presentar texto jeroglífico, aunque pueden o no presentar escenas iconográficas. Por lo general, la escritura en aquellas que sí lo llevan trata de una Secuencia Primaria Estándar o frase dedicatoria, la cual describe al objeto y menciona al propietario y el posible contenido.
El estilo de vasijas Chocholá, añade, fue nombrado así por el arqueólogo y epigrafista estadounidense Michel D. Coe, en su libro The maya scribe and his world, debido a que la mayoría de las piezas presentadas en dicho catálogo habían sido adquiridas en la zona de Chocholá, por parte de los coleccionistas.
El arqueólogo Ricardo Abraham Mateo, miembro del equipo de salvamento arqueológico del Proyecto Tren Maya, quien lleva a cabo el análisis epigráfico de la vasija, detalla que, de acuerdo con los especialistas que han estudiado la región, son pocas las vasijas con estas características que se han recuperado en su contexto original.
De acuerdo con el estudio epigráfico del especialista, el texto grabado en la vasija es una Secuencia Primaria Estándar o frase dedicatoria.
Consiste en cinco cartuchos glíficos, los cuales son leídos así: A1 u jay (u-ja-yi) ‘Es su taza’; B1 yuk´ib (yu-k´i-bi) ‘su vaso’; C1 ta yutal (ta-yu-ta) ‘para su afrutado’; D1 tsihil kakawa (tsi-li-ka-wa) ‘cacao fresco o nuevo’; D1 Sajal (sa-ja-la?) ‘del Sajal’ (hombre subordinado o exclamador).