En el vasto y variado paisaje de México, 135 faros se erigen como guardianes silenciosos de las costas. Aunque globalmente los faros han comenzado a declinar en número, con menos de 1,500 aún en funcionamiento en todo el mundo, estos icónicos guías de altamar continúan marcando las costas mexicanas, a pesar de la creciente obsolescencia tecnológica frente a los modernos sistemas de navegación como el GPS.
El desarrollo de la tecnología de posicionamiento global ha revolucionado la forma en que los barcos y embarcaciones navegan por los mares, haciendo que la dependencia de los faros, con su nostálgica pero crítica función de señalización, disminuya. Sin embargo, los faros no solo son instrumentos náuticos; son también cápsulas del tiempo, piezas de historia y arquitectura, y puntos de interés cultural y turístico.
A pesar de su reducido uso práctico en la navegación moderna, los faros en México siguen siendo puntos de referencia imprescindibles en el paisaje marítimo y continúan fascinando tanto a locales como a visitantes. Su presencia remite a una era en la que eran vitales para la seguridad en el mar, ofreciendo luz y guía a los marineros que enfrentaban las incertidumbres del océano.
Este cambio en la funcionalidad de los faros plantea preguntas sobre su futuro y conservación. ¿Deberían estos majestuosos guardianes ser preservados simplemente como monumentos históricos o podrían encontrar nuevos propósitos en una era dominada por la tecnología satelital? La respuesta puede variar, pero lo que es indiscutible es el lugar especial que los faros ocupan en la historia y en los corazones de aquellos que sienten pasión por el mar.