La sorpresa de Joaquín “Huacho” Díaz Mena al ganar la gubernatura parece no haberse limitado a su campaña. Todo indica que ni él ni Morena esperaban llegar al poder, y mucho menos manejar un gobierno estatal. La transición del PRI al poder, disfrazada bajo el paraguas de Morena, huele más a un acuerdo político que a un cambio real. Muchos jugaron con la idea de un regreso del PRI, confiados en que Renán Barrera consolidaría la continuidad panista. Pero el destino tomó otro rumbo, y ahora parece que Huacho es poco más que un rostro para las fotografías.
El reciente altercado entre Dafne López y Víctor Cervera en las “audiencias con el pueblo” deja entrever un gobierno sin control ni liderazgo claro. ¿Dónde está la figura de autoridad que ponga orden? Nadie parece asumir responsabilidad, y los rumores de cachetadas en Palacio de Gobierno solo evidencian las fisuras internas.
Con un primer mes caótico y un segundo marcado por asaltos y crisis de comunicación, el gobierno de Morena luce frágil y descoordinado. ¿Son los priistas los verdaderos gobernantes tras bambalinas? Si este es el inicio, ¿qué nos espera en 2030? Quizá, para entonces, Renán Barrera sea recordado como la opción que nunca fue.