El senador Ramírez Marín se pronunció de manera contundente sobre los lamentables hechos ocurridos en Tekit, un episodio que dejó como saldo la pérdida de tres víctimas: una mujer asesinada en su hogar, un joven reincidente en el mundo delictivo y una sociedad que, según el senador, vivía bajo la ilusión de que “aquí no pasa nada”. Su mensaje, lleno de reflexiones y autocríticas, busca abrir los ojos ante una realidad que Yucatán no puede seguir ignorando.
“La justicia por mano propia no es justicia”
Marín subrayó con firmeza que ninguna acción puede justificar el asesinato, incluso si la víctima es un delincuente. “Matar a una persona por más delincuente que sea no deja de ser eso, un asesinato”, expresó, cuestionando a quienes aplauden este tipo de acciones hasta que afecta a alguien de su propia familia.
Años de abandono y olvido
El senador expuso lo que considera la raíz del problema: “Son años y años de abandono del interior del estado. Llevamos 18 años sin hacer absolutamente nada contra el problema de las adicciones”. Reveló cifras alarmantes sobre el crecimiento exponencial del consumo de drogas en Yucatán, destacando que cada vez son más jóvenes quienes comienzan a consumir y que, en muchos casos, el problema afecta tanto a padres como a hijos.
¿Un Yucatán de fachada?
Marín no dudó en criticar lo que describió como una “propaganda” que oculta la verdadera realidad de Yucatán: pobreza, adicciones y abandono en los municipios del interior. “No se puede tapar el sol con un dedo. Los problemas están ahí y las soluciones no llegan”, agregó.
Un llamado urgente
Finalmente, hizo un llamado a la acción inmediata. “Es momento de dejar los discursos y actuar. Las drogas y la pobreza tienen consecuencias devastadoras, y no podemos seguir echándole la culpa solo a los gobiernos anteriores”, concluyó, insistiendo en la necesidad de castigos ejemplares y estrategias que ataquen las raíces de estos problemas.
Con estas palabras, Ramírez Marín pone sobre la mesa un debate que Yucatán no puede ignorar: ¿hasta cuándo se seguirá apostando por la fachada del “estado más seguro” mientras problemas como la drogadicción y la desigualdad crecen silenciosamente?